3 oct 2012

Más extraño que la ficción - Elliott Smith

En la parte superior del brazo derecho de Elliott Smith había un tatuaje del Toro Ferdinando. Para los que desconocen la querida fábula de niños escrita por Munro Leaf, Ferdinando fue el toro solitario y sensible que amaba nada más en el mundo que sentarse solo en la sombra de un viejo roble y oler las flores mientras los otros toros recorrían los campos, peleando entre ellos todo el día.

Familiarízate con los hechos de su vida, escucha su frágil y delicada voz cantando esas letras heridas de tristeza y tormento, y es fácil imaginar porqué Elliott Smith se identificaría con Ferdinando el toro, lo suficiente como para tenerlo impreso en su brazo. Las comparaciones prácticamente se aproximan. Pero también nos invitan a creer que las contradicciones y complejidades del hombre podrían estar ingeniosamente atadas a una metáfora fácil que lo compara con el pasivo bovino protagonista de la vieja historia para niños. La vida real es más intrincada y complicada. La gente real no se abre adecuadamente a los personajes que otros construyen para ellos. Y Elliott Smith, ciertamente, no es una excepción.

“Solo quería un toro en mi brazo”, fue el argumento sobre el significado del tatuaje. “Era entre éste y el toro del licor de malta Schlitz. Gracias a Dios tengo éste”

Ocho años de ausencia, y Elliott Smith permanece tan incomprendido en la muerte como poco apreciado en vida. Él es ahora reconocido, apropiadamente, como uno de los más talentosos cantautores de su generación y cualquier otra, pero también ha sido puesto en un altar como el santo patrón de los chicos tristes, un poeta punk acústico cuya cólera y frustración muy frecuentemente se desviaban –en la mayoría de formas imaginables, dolorosamente bellas— hacia él mismo. Y de la misma manera en que la felicidad no fue una emoción completamente ajena a Kurt Cobain, y Jim Morrison no fue en verdad el príncipe de la oscuridad, esa no es casi la esencia de Elliott Smith.

“Él no andaba por ahí como algún chico triste” dice la fotógrafa Autumn De Wilde, una amiga cercana a Elliott quien tomó muchas de sus imágenes icónicas, quien conserva su memoria de igual forma. “Elliott fue alguien rudo con un temperamento fuerte que solía escribir canciones desgarradoras. Él era luchador. Quiero que la gente recuerde eso”

En el brazo izquierdo de Elliott había otro tatuaje, un mapa de Texas que servía como un recordatorio constante de su problemática crianza en la pequeña ciudad de Duncanville. Sus padres se divorciaron cuando él era un niño y la relación con su padrastro Charlie Welch fue turbulenta; años después, incluso llegaría a creer que había sido abusado sexualmente, aunque su media hermana Ashley siempre ha refutado tales reclamos. Pero, cualquiera sea la verdad del asunto, la letra de ‘No Confidence Man’, de su álbum debut como solista de 1994, crea una imagen desoladora de la razón por la que Elliott se mudó a Portland, Oregon a la edad de 14 años para vivir con su padre: “Charlie tiene una correa en su mano, un óvalo de caucho, y dice: Soy el hombre que en verdad quieres”.


Mucha de la infelicidad que se manifestó a lo largo de su vida pareció derivarse de su niñez, pero fue la música lo que lo atrapó. Empezó componiendo canciones en el piano familiar a los diez años y básicamente no paró hasta su muerte. Incluso en periodos de depresión intensa, drogadicción y alcoholismo, Elliott fue un compositor prolífico y – algo que frecuentemente no se toma en cuenta— un talentoso músico. Estos no fueron dones que le cayeron del cielo sino fueron cosas en las que él trabajó estudiosa y continuamente.

“La música fue algo que él consideró en su vida tan seguido como tomar un baño” ríe Larry Crane, productor y archivista de Elliott. “Nadie aprende esa cantidad de instrumentos, practica así de duro y se convierte en un compositor tan firme sin un montón de trabajo duro. Sé que hubo muchas cosas sobre su pasado que lo molestaban, pero la impresión que él siempre me dio fue de alguien tratando de mudarse. A lo que lo molestó sobre su niñez, él le daría la espalda para trabajar en su música.”

Para Autumn De Wilde, “el odio que Elliott se tenía a sí mismo nunca estuvo involucrado con su música. Él no fue falsamente modesto, sabía que era bueno. Y escribía en cualquier lugar. Escribió en servilletas, recibos, en cualquier pieza de papel que estuviera cerca. Si hubieras ido a su casa alguna vez, habrías visto enormes pilas de papeles usados con todas estas letras garabateadas en ellas. Él no podría haber sido así de prolífico si hubiera estado buscando certezas constantemente. Cuando alguien dice ‘Me odio a mí mismo’, es diferente a decir, ‘Odio todo lo que hago.’


Por supuesto, esos días no fueron poco comunes. Los amigos de Elliott lo recuerdan de diferentes maneras: Larry Crane sonríe cálidamente al recordarlo haciendo la caminata lunar, pasando la ventana del cuarto de control de su estudio en Portland. Autumn rememora la noche en la que la llevó a un bar de mala reputación en Nueva York, puso $ 40 en el tocadiscos y le dijo que escogiera cualquier canción que ella quisiera escuchar. Joanna Bolme ríe al recordar la caída cómica que intencionalmente hizo en público para impactar a los extraños. Pero todos ellos también recuerdan las épocas oscuras.

Bolme, miembro de Quasi por mucho tiempo y bajista en Stephen Malkmus & The Jicks, conoció a Elliott en 1991 cuando él solía presentarse en algunos locales de Portland con su banda hardcore-punk, Heatmiser. En la época en la que él empezó a grabar su segundo— y posiblemente más oscuro— álbum como solista en 1994, ellos empezaron una relación que ella describe como una montaña rusa. Era muy encendida y apagada. A veces estaba increíblemente descontento y otras era el opuesto total, sintiéndose bien de sí mismo. Tan sólo al trabajar parecía equilibrar el lado depresivo de las cosas. Pero inevitablemente, ese lado estaba decidido a afectarlo.”

Ambos quedaron como amigos después de separarse, pero cuando Elliott se mudó a Nueva York a finales de los ’90s y comenzó a estar seriamente involucrado en drogas, desarrollando adicciones al crack y la heroína, Bolme tomó la difícil decisión de aislarse de él.

“Él siempre fue un gran bebedor,” dice ella, “pero contrariamente a la creencia popular, él no usó drogas realmente hasta alrededor de 1999. En lo que concierne a ese punto, aunque el usó muchas referencias de drogas en sus canciones, fueron casi siempre metafóricas. No se volvieron literales hasta mucho tiempo después.”



En realidad, Elliott fue un punk-rocker, y su relación con el mainstream fue una de las pocas cosas en su vida en la que no había ambigüedad alguna: siempre desconfió de éste profundamente. Las ventas de sus discos fueron modestas pero crecieron sucesivamente y le brindaban una vida con la que estaba satisfecho. Pero cuando ‘Miss Misery’—la canción que él escribió para los créditos de cierre deGood Will Hunting— fue nominada a los Oscar como Mejor Canción Original en 1998, la anonimia del público que él apreciaba mucho se fue para siempre.

Su actuación en la ceremonia de los Premios de la Academia –solo en el escenario con una guitarra acústica, exhibiendo un traje blanco y descuidado— fue un momento de crudeza emocional increíble que lo llevó a la atención de las masas, y pronto ya se encontraría grabando su siguiente álbum, ‘XO’, en una discográfica mayor. Para Joanna Bolme, aquí fue donde comenzó su decadencia hacia la adicción.

“No tuvo cosas que hacer por sí mismo nunca más, durante el resto de su vida,” menciona. “No tenía que ir a la tienda de golosinas, no tenía que hacer su propia comida, no tenía que conversar con su representante; alguien más podía hacer todo eso por él. Él tenía todo este tiempo libre solo para refugiarse en su propia mente, y había muchos asuntos oscuros allí. Yo creo que él sentía que necesitaba pasarla bien con su propia mitología. Había una presión de ser ese chico que todos creían que era. Eso fue realmente tonto.”

“Él sentía las emociones muy profundamente, por eso cuando él era feliz, era realmente feliz, y cuando estaba triste, lo estaba al borde del llanto,” dice Autumn. “Él hacía amigos rápido, por lo que siempre había alguien nuevo que podía ser su ‘amigo comprensivo’. Tenía estos verdaderos grandes amigos con los que se mantendría en contacto por años. Ciertas veces decepcionaría a cada uno de ellos, pero hacia el fin, como que se aislaría de todos ellos. Yo creo que él no quería herirnos. Yo no iba a sentarme allí todo el día y decir, ‘Te quiero y eres un genio.’ Él era un genio, pero eso no significa que las decisiones que hacía a diario eran geniales. Pero una cosa en la que nunca se convirtió fue en mentiroso. Solía ser abierto con todo lo que estaba haciendo, lo que significaba que tú tenías que decir o, ‘Estoy de acuerdo’ o ‘Estoy en desacuerdo’. Y cuando solía ponerse un poco oscuro con las cosas que hacía, todo eso era la gota que derramaba el vaso, era como que no podía afrontarlas.”

Durante el siguiente par de años, Elliott tocó el fondo del abismo. Tocaba tan dopado en sus conciertos que no podía recordar sus propias canciones. Desilusionado por la manera en que se trataba al álbum “Figure 8” y sospechando de haber sido perseguido, exigió que su discográfica anulara el contrato con él, amenazándolos de matarse si ellos no lo hacían. Físicamente, se estaba deteriorando. Su rostro, alguna vez atractivo y de rasgos firmes, ahora parecía tener diez años más que el resto de él. Incluso su voz no era la que solía ser.

“Podrías escuchar en los discos el daño que le había causado,” dice Larry Crane. “Las ideas aún fluían pero su voz era más temblorosa de lo que era antes. Era algo triste.”

Entonces, repentinamente. Elliott Smith ingresó a una clínica de rehabilitación en Beverly Hills en el 2002 y aparentemente salió de ella libre de drogas. Estaba viviendo con su nueva novia Jennifer Chiva en un departamento cerca a Silver Lake en Los Angeles, y cuando Joanna Bolme lo vio en una presentación en Mayo del 2003, “estaba mejor, definitivamente. Él había dejado las drogas, aunque aun bebía. Pero andaba con buenos ánimos, tenía activo un pequeño estudio y estaba muy emocionado con éste. Creo que estábamos en el camino de resolver algunos rencores y de ser amigos nuevamente. Esa fue la última vez que lo vi.”

De cuando en cuando durante su vida se le había escuchado hablar sobre la idea de suicidarse, pero probablemente el error más grande fue no creer que la consumaría. La verdad es que no hay ninguna explicación definitiva de lo que pasó el 21 de Octubre del 2003.

De acuerdo a Chiba, la pareja había estado discutiendo ese día cuando ella se encerró en el baño para tomar una ducha. Fue entonces que ella escuchó un grito viniendo de la habitación de al lado. Abrió la puerta y encontró a Elliott parado con un cuchillo de cocina clavado en su pecho. Ella retiró el cuchillo, lo que hizo que se desplomara. Ella llamó al 911 pero Elliott murió poco después de llegar al hospital. Había una nota en la escena, escrita a mano por Elliott. Decía simplemente, “Lo siento tanto – Amor, Elliott. Dios me perdone.”

Su muerte fue reportada ampliamente como suicidio, pero el oficial del condado de Los Angeles no estaba tan seguro de ello, y reenvió un veredicto abierto que rechazaba descartar la posibilidad de homicidio. Apuñalarte a ti mismo en el corazón es una manera inaudita de morir, pero es increíblemente extraña y más difícil de lo que pensarías. Sin embargo, eso no fue a lo que se refería el medico forense –el se fijo en cambio en las ''heridas de vacilación’’- los cortes tentativos que normalmente esperarías en personas que se matan de esa manera - y la presencia de posibles heridas de defensa. El documento -que más tarde se filtró en Internet- también señalo que Chiba ''declaró haber quitado el cuchillo y la posterior negativa a hablar con los detectives son motivo de preocupación’’.

Chiba siempre ha negado haber actuado mal, y un nuevo documental, Searching For Elliott Smith, busca reivindicarla. Pero lo cierto es que la investigación sobre la muerte de Elliott permanece abierta. También es un tema increíblemente divisivo entre su familia y amigos.




''Las circunstancias que rodearon su muerte no sientan del todo bien conmigo’’, dice Autumn De Wilde, '' pero sólo había una persona allí, así que nadie nunca lo sabrá. Él no estaba rodeado del tipo de gente que podía saber con certeza lo que iba a suceder. Estaba rodeado de aduladores, así que ¿quién sabe lo que podría haber pasado? Había hablado de suicidio por muchos años, pero siempre fue una gallina para lastimarse. Y ha habido veces en el pasado donde el suicidio parecía más probable. Él no tenía ninguna droga en su cuerpo ese día - ¿Eso lo hace más o menos propenso a hacer algo? No lo se. Yo no estaba allí y tampoco estábamos hablando en ese momento, asique, en cierto modo, sentí como si ya me hubiese despedido, y solo esperaba que tal vez se estuviera bien algún día. Es difícil llorar por un amigo como Elliott Smith, porque siempre hay otras 400 personas que tratan de demostrar lo cerca que estaban con él, y te sientes como un idiota hablando de ello. Hay un montón de gente ahí fuera que hablará sobre Elliott y lo bien que lo conocía con el fin de promocionarse, o para llamar la atención sobre su familiaridad con él. ’’

Escucha cualquier álbum de Elliott Smith, de los escasos, soledades alumbradas por el gas de Roman Candle, a los Beatles, al estilo melancólico power-pop de Figure 8, y es difícil no sentir que de alguna manera conocíamos a aquel hombre íntimamente. Su regalo fue poder escribir canciones increíblemente oscuras y hermosas que hablan al Toro Ferdinando en todos nosotros. Como Autumn De Wilde dice: ''Tú podrías pasar toda la noche discutiendo con alguien sobre cómo los demás hieren tus sentimientos y Elliott podría resumir todo en una sola línea de una canción. Sentía que sólo debería dar a la gente sus canciones, para expresar lo que sentía. Estaba tan nerviosa cuando lo conocí, porque sentía que entendía mucho de mí, sin conocerme del todo. ’’

Lo triste es que nunca lo conoceremos a él del todo. Incluso cuando estaba vivo, Elliott Smith estaba siempre haciendo hincapié en que él era ''algo más que el chico deprimido. ’’ Ahora que se ha ido, es mas importante que nunca, como Kurt Cobain, y su notable cuerpo de trabajo ha de ser transmitido a las generaciones sucesivas sin la carga de ser el tipo que se odiaba y quería morir. Existió ese lado de él, seguro. Pero había mucho más, también.

''En primer lugar’’, dice Joanna Bolme, ''era un gran compositor, y escribió letras grandes que hablaban de un montón de gente. Y deben ocultar las imágenes de dibujos animados drogados y borrachos que asocia la gente con él. Él era original, no importa cuánto la gente intente sonar como él, siempre van sonar como si estuvieran tratando de sonar como él.

Nunca sonarán como Elliott. ’’








*Traducción del artículo originalmente publicado en la revista NME el 30 de Octubre del 2010.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un enorme compositor incomprendido ...Hasta siempre Steven Paul Smith...

Carlos Rañil dijo...

Concuerdo con esa declaración que señala lo siguiente: "Tú podrías pasar toda la noche discutiendo con alguien sobre cómo los demás hieren tus sentimientos y Elliott podría resumir todo en una sola línea de una canción".